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La salida del Reino Unido de la Unión Europea será difícil y con efectos políticos y financieros. Aún así, hay una oportunidad en Europa para fortalecer aspectos como la zona euro y las relaciones comerciales con terceros. También para incidir y sensibilizar sobre la gestión de las fronteras. El secretario general del Comité Económico y Social Europeo, Luís Planas, dio una visión realista sobre el futuro de la UE después del Brexit en la conferencia organizada conjuntamente por el Comité Español de la LECE y el Club de Roma en Barcelona el pasado 24 de octubre.
La victoria del Brexit no era algo inesperado ni coyuntural. Ya desde su entrada en la Unión Europea (UE) en 1973 -no se incorporó a las Comunidades Europeas después de la II Guerra Mundial-, las relaciones del Reino Unido en Europa han sido complejas. El secretario general del Comité Económico y Social Europeo (CESE), Luís Planas, lo ratificó al iniciar el primero de los actos conjuntos que llevarán a cabo el Comité Español de la LECE con el Club de Roma. También afirmó que va a ser una separación dura, con un acuerdo singular histórico, difícil de negociar y con efectos complejos en los ámbitos político y financiero.
De momento, recordó Planas, la primera ministra británica, Theresa May, ya ha anunciado que en marzo de 2017 activará el artículo 50 del Tratado de Lisboa para la desconexión con la UE, con dos líneas rojas: la inmigración -control aunque conlleve renunciar al Mercado Único europeo- y las legislación -conversión de las actuales leyes comunitarias en nacionales y fin de la vinculación a los dictámenes del Tribunal Europeo de Justicia.
Ante esa determinación del ejecutivo británico, y aún y ciertos movimientos civiles internos para parar la salida como el pleito en la Alta Corte del Reino Unido que exige que el Parlamento británico sea consultado sobre la ejecución del Bréxit, se vislumbran unas consecuencias en el país anglosajón y unas oportunidades en la UE después de ese divorcio.
El Reino Unido necesitará, indicó el Secretario General del CESE, un enorme esfuerzo para la adaptación de las leyes comunitarias. También está sobre la mesa el tema de los dos millones de residentes británicos en la UE y la acogida a los regímenes de seguridad social de cada país en el que residen, y de los 1200 funcionarios en activo en instituciones comunitarias.
Comercialmente, su salida supone el fin de las relaciones comerciales con el Mercado Único y con países terceros -el 40% del comercio del Reino Unido va a la UE. A nivel de presupuesto, patrimonio y bienes, el Reino Unido debería pagar 20.000 millones de euros por irse. Tampoco será baladí el efecto en la I+D y en el intercambio de estudiantes mediante el programa Erasmus. También cambiará su papel en su participación en la Europol y en la orden europea de captura. En este sentido, Luís Planas considera que los británicos pondrán en valor su peso en las Naciones Unidas, en la OTAN, así como su posición como eje Estados Unidos-Commonwealth-Europa.
Aquí puede estar una primera oportunidad para la UE. Una de las claves del futuro de la UE es la gestión de las fronteras y de la política migratoria. Hace falta cambiar la percepción popular de los flujos migratorios. En la seguridad interna, la lucha contra el terrorismo necesita desarrollar más la coordinación policial y de servicios de inteligencia de los países miembro. Puede ser un buen momento para desarrollar un pilar europeo de la defensa, tema vetado por los británicos.
Económicamente, con el Brexit puede haber un refuerzo de la zona euro. Luís Planas considera que la moneda única europea ha madurado con la crisis económica, y que cabe reforzarlo con la Unión Bancaria y Fiscal. Tampoco es una buena solución parar acuerdos con países terceros -véase el CETA con Canadá o el TTIP con los Estados Unidos- para lograr que el desarrollo económico y comercial vaya adelante. El tema de la ampliación de la UE, de momento, vaticinó el Secretario General del CESE, quedará en ‘stand-by’.
Lo que es cierto es que el cambio del contexto y en los comportamientos actuales conllevan el peligro de que se hagan retrocesos en lugar de avances. Actualmente, indicó Luís Planas, hay un mayor riesgo para ir hacia una Europa cerrada, con el posible crecimiento de los nacionalismos y el proteccionismo interno. La polarizacion de la sociedad también dificulta el diálogo y la reflexión, y acentúa a los ciudadanos airados que dan la responsabilidad a todos y a todo.
El remedio, según Planas, está en potenciar una Europa más efectiva, realista y creíble, con compromisos nuevos y más rentables. A su vez, es importante combinar y equilibrar las acciones entre un mundo global y una economía social de mercado. También se debe poner en valor la lógica del club: ser parte del club europeo nos hace a todos más fuertes. Cabe cambiar de narrativa y demostrar que la integración europea supone una ganancia asegurada en todos los aspectos, mitigar las inseguridades y las desigualdades, así como reforzarlas propias instituciones europeas. “Se debe acabar con echarle las culpas a Bruselas”.
El ponente fue presentado por el presidente de la Oficina de Barcelona del Club de Roma, Jaume Lanaspa. El inicio de la sesión la llevó a cabo el presidente del Comité Español de la LECE, Francesc Homs i Ferret, quien se felicitó del inicio de la colaboración entre la LECE y el Club de Roma mediante actividades como la que se llevó a cabo.
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