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Aunque haya dos velocidades, los estados miembro de la Unión Europea (UE) deben ir en una dirección común. La ciudadanía europea está desafecta con la UE por las desigualdades que ve en sus propios países, fruto más de malas políticas internas que de un mal diseño de políticas comunes como la del monetaria.
Ahora más que nunca, en un entorno global, Europa necesita reforzarse conjuntamente para evitar que sus miembros sean residuales en un futuro no muy lejano. Estos fueron algunos de los mensajes en el acto de celebración, el pasado 27 de marzo en el Cercle d’Economia de Barcelona, del 60 aniversario del Tratado de Roma que dio origen a la actual UE. Fue un provechoso diálogo entre el embajador de Italia en España, Stefano Sannino y el profesor de Economía del IESE Business School, Alfredo Pastor. La presentación y moderación fue a cargo de Carles A. Gasòliba, de la Fondation Jean Monnet Lausanne.
La Europa de, ahora, los 27 estados miembro quiere para los diez próximos años “una Unión más segura y protegida, próspera, competitiva, sostenible y socialmente responsable, que tenga la voluntad y la capacidad de desempeñar un papel fundamental en el mundo y de modelar la globalización”. Así lo afirma en la Declaración de Roma para commemorar el 60 aniversario de la firma del Tratado de Roma. Este es el punto de partida de ahora. En un acto de celebración en Barcelona, organizado por el Comité Español de la LECE, el Consell Català del Moviment Europeu y el Cercle d’Economía, en colaboración con el Consulado General de Italia en Barcelona, la Oficina en Barcelona del Parlamento Europeo y la Comisión Europea, el presentador y moderador del mismo, Carles A. Gasòliba, de la Fondation Jean Monnet Lausanne, recordó que el texto termina con un contundente “Europa es nuestro futuro común”, y que el Papa Francisco, en su recepción a los jefes de estado y de gobierno de los estados miembro, les indicó que “Europa merece ser construida”. El mismo Gasòliba remarcó que con las perspectivas del 2030, el interés de mantener a la UE es clave para que sus estados miembro no sean residuales en un mundo global como el actual.
Un buen punto de partida para el diálogo posterior entre el embajador de Italia en España, Stefano Sannino y el profesor de Economía del IESE Business School, Alfredo Pastor. ¿Cómo reforzar esa Europa con un futuro común y fuerte los próximos diez años? En cuanto al proceso, y a partir de los escenarios presentados recientemente por la Comisión Europea para avanzar, Sannino confirmó que no pueden coexistir distintas uniones europeas, porque entonces sí que se podría romper. Se pueden implantar dos velocidades, pero con una dirección común. A ello, Alfredo Pastor recordó que la UE es una comunidad de derechos, por encima de una comunidad económica, y se preguntó si es indispensable, en términos de renta per cápita, exigir una convergencia económica entre los estados miembro. De allí se deriva, según Pastor, cuanta divergencia se debe aceptar.
A ello, el embajador de Italia en España quiso diferenciar entre la convergencia y la armonización de las políticas económicas. Stefano Sannino considera que la UE ha trabajado bastante bien la redistribución, con una política regional que en global ha funcionado. Es en la armonización de las políticas económicas donde cabe hacer más esfuerzos. Hay muchas divergencias en las políticas económicas de los países de la zona euro. Los pasos realizados de, primero, limpiar el riesgo bancario en cada estado y, segundo, desarrollar un fondo de garantía de depósitos debería haberse hecho por igual, al mismo tiempo. Así se pueden afrontar crisis específicas.
Recuperando la Declaración de Roma, Carles A. Gasòliba preguntó a ambos invitados cómo está el pacto social en la UE ante la mayor unidad y solidaridad proclamada para los próximos 10 años. Alfredo Pastor resaltó que, en realidad, lo que la personas ven es el grado de desigualdad interna, cosa que les hace reducir su afección a la UE. Esas desigualdades internas son un tema que debe solucionar cada país, y no la UE. Es por ello que, según Pastor, una unión fiscal no es tan necesaria. La unión monetaria no necesita de la unión fiscal. El euro es un ejemplo de ello. Ha ido bien. En España la crisis ha sido, como en Irlanda, por la burbuja inmobiliaria. En cambio, en Grecia o en Italia sus crisis no han venido de esas causas.La crisis no ha venido del diseño del euro, sino por el mal diseño de las políticas. Es por ello que se ha generado desconfianza entre los estados, entre el norte y el sur.
El Embajador de Italia en España indicó que las crisis actuales son crisis de confianza. El resultado son reglas rígidas y complejas que cuestan aplicar. De allí se genera un relato muy negativo sobre la UE, como algo que constantemente impone. En cambio, la realidad, dijo Stefano Sannino, “nosotros mismos somos Bruselas”. Una vez definidas las normas que dictan los mismos estados, lo único que hacen los funcionarios de Bruselas es aplicarlas. El futuro, entonces, está claro que es con la participación, y concienciación de todos.
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